Pascal Lachaud / Brigadista

El regreso a Paiporta fue una decisión natural. La información proporcionada por nuestros compañeros sobre la situación no dejaba lugar a dudas. Tras algunas llamadas y mensajes, se conformó una brigada solidaria con 17 personas, entre ellas 6 miembros del PCF y 14 afiliados a la CGT. La brigada está integrada por electricistas, carpinteros, ebanistas, albañiles, cocineros… El objetivo es claro: ofrecer, a través de nuestros compañeros del PCPV, una ayuda concreta a los habitantes de Paiporta.
El censo de las reparaciones fue elaborado por Raquel. Nos llegaron fotos del interior de los apartamentos devastados por la DANA. Gracias a ellas, los camaradas electricistas pudieron hacer una lista precisa del material eléctrico necesario para montar instalaciones provisionales.

Tras 12 horas de viaje, evitando sabiamente los puertos de los Pirineos por la intensa nevada, Javier, Raquel y Vicente nos recibieron en la sede de voluntarios de las brigadas del PCPV. Javier nos explicó el esfuerzo incansable que los comunistas llevan a cabo allí cada día, movilizando a 1.400 voluntarios para limpiar y distribuir alimentos y productos de primera necesidad. Insistió en la importancia política de crear comités de barrio y asociaciones vecinales para negociar de forma colectiva la reconstrucción y las reparaciones.
La comida que habíamos preparado en los Pirineos alimentó a todos.
Martes 10. Después de un desayuno abundante, los equipos se organizaron por oficios para evaluar el estado de los apartamentos censados. A media mañana, los equipos regresaron con una visión más clara de las obras que habría que realizar.

El almuerzo fraternal reunió a 25 brigadistas. El menú incluyó ensalada de col, zanahorias ralladas con pasas, gallina en caldo de Tuzaguet con bulgur y verduras, y una tarta Torgul para el postre. Los encuentros con voluntarios que venían de Asturias, Mallorca y otros lugares fueron intensos y conmovedores. Las historias de vida y solidaridad dominaron las conversaciones, dejando en un segundo plano las noticias que los medios, controlados por los poderes financieros, insisten en difundir. Noticias que no abordan las urgencias sociales y climáticas.
De vuelta al terreno, los brigadistas retomaron las reparaciones.
Nadie podrá olvidar la expresión de la sonrisa que reapareció en el rostro de una mujer digna a la que encontramos en su casa de Almegesí, una de las localidades más empobrecidas de la comarca de Valencia.
Era una sonrisa que podría alcanzar la luna, llena de gratitud hacia los camaradas que le repararon y reinstalaron la puerta de entrada. Una puerta que cierra la visión del desastre, del abandono y la indiferencia de los gobernantes, quienes, 45 días después de la catástrofe, aún no habían tomado medidas para ayudarla a ella ni a tantas otras personas.
Esa puerta también simboliza la protección de un espacio que se defiende con firmeza frente a los depredadores de la miseria, esos que ya intentan endeudar a la próxima generación con falsas promesas individuales.
Los camaradas de Francia vinieron por solidaridad, dispuestos a tender la mano durante una semana a esta población exhausta.

Mientras tanto, las tiendas de materiales de construcción y las grandes superficies de bricolaje no daban abasto vendiendo a los pocos que aún podían permitírselo. Los créditos a intereses elevados comenzaron a fluir. Las filas frente a los concesionarios de automóviles eran comparables a las colas para el único autobús que conecta Paiporta con Valencia, con una frecuencia que no puede cubrir la demanda generada por la pérdida de miles de vehículos.
El estado de precariedad de la población se ha transformado en supervivencia para algunos y en miseria para otros.
Durante una jornada de intervención en Alfafar, la situación fue aún más desoladora, ya que el ejército solo comenzó a retirar el barro seis días después del desastre.

Sin embargo, las 15 intervenciones de los camaradas carpinteros y las 18 de los camaradas electricistas llevaron una chispa de vida y esperanza a los hogares, demostrando que este trabajo no solo repara estructuras, sino que también consuela y enciende una luz en cada hogar.
Las asambleas generales organizadas por el PCPV en las ciudades buscan construir el futuro. La intención es convertir a los ciudadanos en protagonistas de la reconstrucción, formando una fuerza colectiva que enfrente a los poderes municipales, regionales y nacionales.
Entre los avances logrados, destacan los primeros arreglos en el centro logístico de Paiporta, donde se reinstaló parte de la electricidad. Se construyeron estanterías con palés reutilizados, que ahora permiten almacenar los productos alimentarios sin que los voluntarios tengan que estar agachados. Este trabajo fue realizado por camaradas.
La reconstrucción de las fuerzas de trabajo también ha pasado por la elaboración de comidas ecológicas y caseras, preparadas con alimentos donados desde Francia y complementados con compras locales. Se cocinaron 300 comidas que permitieron descubrir nuevos sabores y platos apreciados por todos, con un coste total de 4 euros por comida.
Nuestro compromiso ahora consiste en ampliar el trabajo de las brigadas para reforzar su impacto y extenderlo, especialmente hacia el 50% de los hogares que no cuentan con seguro. La esperanza debe renacer para responder a las urgencias y trabajar hacia la superación de un sistema que condena a la miseria a las clases populares.
