La Brigada Emilio Guerrero del PCEx, tras su experiencia en las Brigadas Voluntarias del PCPV: apuntes para la reflexión

Aprovechando las fiestas, varias camaradas del PCE Extremadura y personas cercanas a nuestro Partido, decidimos invertir nuestros días libres en hacer trabajos voluntarios en las Brigadas Voluntarias que con tanto ahínco y tesón las camaradas del PCPV llevan organizando desde la tragedia que asoló la DANA en Valencia.

Poniéndonos en contacto con nuestras camaradas en Valencia las semanas previas, nos organizamos para salir desde Extremadura el día 2 de enero bien temprano; con casi 600km por delante teníamos un largo día de viaje. Sin embargo, el día anterior, un triste 1 de enero, nos comunicaron el fallecimiento de Emilio Guerrero, histórico defensor de los campesinos extremeños durante tantísimos años, líder sindicalista de la UCE en los 90s y uno de sus fundadores. Luchador infatigable, algunos de nosotros estuvimos con Emilio tan solo unas semanas atrás en una protesta de los pensionistas extremeños que realizaron a las puertas de la asamblea de Extremadura. La noticia nos cayó como un jarrón de agua fría. No nos pudimos despedir de Emilio, que siempre tenía palabras amables, abrazos y enseñanzas, ya que tendríamos que retrasar el viaje y las camaradas en Paiporta ya nos estaban esperando. Por lo que en el camino, con la tristeza y la rabia de no poder haber ido a su despedida en su querido pueblo de Guadiana, decidimos que nuestra pequeña brigada extremeña se llamase ‘’Brigada Emilio Guerrero”, en honor a un camarada, amigo y mentor que siempre nos enseñó que la lucha y la solidaridad obrera no descansa, pues son las herramientas y el camino que tenemos la clase trabajadora hacia la victoria.

Entrando en materia de lo que queremos transmitir y analizar tras varios días de experiencia con las Brigadas Voluntarias en las zonas afectadas por la DANA, varias consideraciones.

Donde la Administración falló, allí ha sabido estar el Partido. Lejos de querer validar con esta sentencia aquellas tesis propias de la extrema derecha, donde el Estado es retratado como un estorbo para el desarrollo económico y social de los países, identificando a la Administración como una estructura burocrática completamente obsoleta e ineficaz; queremos reivindicar la importancia de lo público y, en consecuencia, del Estado como único garante de las condiciones materiales apropiadas para la generación de un sistema integral de protección social y respuesta efectiva ante calamidades como esta que hoy nos ocupa.

Si bien es cierto, y no deben dolernos prendas en reconocerlo, en esta ocasión las Administraciones han fallado estrepitosamente a la hora de ofrecer una respuesta rápida y efectiva, primero para tratar de evitar la pérdida de vidas humanas y, con posterioridad, en la evaluación de los daños materiales, así como en su reparación e indemnización.

Y es en este contexto, cuando el asfalto de las calles quedó cubierto de fango por semanas, los coches permanecían apilados en las calles o empotrados en los bajos comerciales y un profundo sentimiento de orfandad invadía a decenas de miles de personas, fue el Partit Comunista del País Valencià, ante la ausencia total del Estado, quien mejor supo reaccionar y, desde un plano no institucional, organizar un mecanismo que ofreciese respuestas ante la calamitosa situación.

El trabajo militante, elemento constitutivo de la cultura del PCE, es la base sobre la que se han creado las Brigadas Voluntarias; un sistema bajo el que se ha organizado el trabajo de cientos de personas desde el mismo día de la catástrofe y que ha servido para identificar las necesidades de ayuda a la población afectada, así como para atenderlas bajo un sistema de voluntariado que, lejos de circunscribirse únicamente a la propia militancia, ha sabido atraer a otros muchos ciudadanos, que se han organizado bajo las directrices del Partido, para el desarrollo de su voluntariado.

Esto es lo que pudimos ver los miembros de la Brigada “Emilio Guerrero” durante nuestros días de estancia en Paiporta: un Partido constituido en herramienta de intervención social, volcado en la praxis de la solidaridad y de la construcción de poder popular; y, mediante el trabajo militante y voluntario, puesto al servicio de la creación de contrahegemonía. Un Partido vivo, en plena extensión organizativa y con una visión estratégica y de futuro, que, sin abandonar la discusión teórica de la política, ha sabido reaccionar y construir organización más allá de sus propios límites.

En estos días hemos podido oír y leer en multitud de ocasiones la máxima de que “Solo el pueblo salva al pueblo”; sin embargo, a la vista de todo lo acontecido en Valencia en estos meses, creemos necesario matizar esta frase: “Solo el pueblo ORGANIZADO salva al pueblo”. Hoy podemos afirmar con orgullo, pero también con la máxima humildad, que el único vector de organización popular que pervive en las zonas afectadas por la DANA es el Partido Comunista.

Y aunque el Partido se caracteriza por su fuerza y potencial colectivo por encima de sus individuos militantes, siempre ha estado formado por grandes figuras históricas que son necesarias de destacar. En este caso, hay que hacer justicia con la camarada Raquel. Ella es una Paisonaria, una Matilde Landa del siglo XXI. Una figura que invita a no perder la esperanza en el Partido, que es capital vivo de lo mejor que siempre ha sabido ofrecer: una militancia, solidaridad de clase y trabajo infinitos. Militantes así valen oro. La camarada Raquel es la ‘comandante’ de las Brigadas, la que está desde el primer día impulsando, trabajando, coordinando y haciéndolas funcionar.

Tras la DANA, como ha ocurrido en muchos de los momentos más difíciles de la historia de este país (la dictadura por ejemplo) el PCE ha estado a la altura de la circunstancias y se ha fusionado con el pueblo para crear una alternativa útil a las instituciones existentes. Ante la inutilidad para nuestra clase que suponen los Ayuntamientos, Diputaciones, CCAA, el Estado actuales, con unos intereses de clase muy concretos y gobernados por el capital, el PCPV ha conseguido poner en pie las Brigadas de la Dana, como respuesta inmediata tras la tragedia. 

Para muestra un botón: las Brigadas nacieron en Paiporta los días inmediatemente posteriores a la DANA, cuando varias militantes del PCPV, con la camarada Raquel a la cabeza, se echaron a las calles manchadas de barro para limpiar un colegio de la localidad más afectada, y ponerlo a funcionar como base de operaciones de las brigadas. En el barro, en el día a día, en la tarea concreta militantes y simpatizantes del Partido, unidas con vecinas y voluntarias, es como nacieron, en la praxis más bella: desde abajo. Al colegio empezaron a llegar comida, ropa y todo tipo de materiales para las personas más afectadas por la DANA. Sin embargo, el Ayuntamiento (según nos cuentan), en manos del PSOE, les desahució del lugar, con la excusa de que querían retomar la actividad lectiva del mismo. A día de hoy, dos meses después, el colegio sigue cerrado. Esa no era la razón. La razón real del desahucio es que el PCPV, las Brigadas, ante la incompetencia de las instituciones de clase existentes a la hora de dar soluciones al pueblo, a la clase trabajadora, habían superado a las instituciones, habían generado una nueva institucionalidad paralela a las existentes, que funcionaba y en la que cada vez estaba participando más gente. Estaba naciendo una nueva organización por abajo de centenares de activistas, militantes y voluntarios. Las vecinas estaban empezando a tomar conciencia de la mano del PCPV y el sistema no lo podía permitir. El PSOE no lo podía permitir.

La camarada Raquel y el resto de camaradas implicadas son un ejemplo para el resto de militantes del Estado. La tarea del PCE ahora es la de estudiar lo que allí se está ensayando para extrapolar esa organización y esa toma de conciencia a los conflictos de clase existentes en el resto del Estado, que no son catástrofes naturales, pero que toman forma en desahucios, pobreza, despidos, represión, etc. Esa esa la (nuestra tarea): llevar (traer) esa llama al resto del Estado para crecer organizativamente, cualitativa y cuantitativamente.

Hace 28 años una riada golpeó Badajoz. Fue una décima parte de la sufrida en Valencia, pero a pesar de los años sus efectos siguen vigentes, no solo en la mente de todos los pacenses sino en la infraestructura del barrio y en aquellas ayudas que no llegaron.

De la DANA han pasado dos meses, pero la inoperancia ya dice mucho del devenir al que se van a enfrentar los vecinos de las localidades afectadas. En Catarroja hay una vecina guerrera, hay muchas y muchos, pero en especial hay una, Nieves, que nos contaba como el agua se llevó por delante el único instituto público de la ciudad, el IES Berenguer Dalmau, y cómo tras varios meses desde la administración solo les habían dicho que lo más seguro es que hubiese que derribarlo y hacer uno nuevo. No hay prisas, hay otros dos donde los chavales pueden seguir formándose, eso sí… ¡¡Concertados!!.

Los meses pasan y yo solo puedo acordarme de Badajoz y de aquello que decía Lenin de «El Estado es el arma de represión de una clase sobre otra».

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Author: caldir.es

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