DANA: repartos a cualquier precio

Entre las imágenes prácticamente apocalípticas vistas durante la Dana en Valencia habían unas que se repetían  en otras situaciones similares, repartidores de Glovo, Uber, con la bicicleta y la mochila a cuestas mientras todo iba inundándose. Estas imágenes ya las vimos en la anterior DANA en la Vega Baja, en Filomena en Madrid y cada verano que alcanzamos máximos históricos los vemos sentados a la espera de un pedido o pedaleando la ciudad sin un lugar para refugiarse del calor extremo.

La indiferencia de las grandes plataformas y la falta de protección laboral, es más que evidente, como. Los algoritmos de estas empresas no consideran las inclemencias del tiempo ni las condiciones extremas de trabajo, sólo importa llegar a puntuaciones que contente al algoritmo para que el trabajador pueda llevarse 3 euros por pedido.  Estos trabajadores, que plataformas como Glovo y los sectores más liberales  tratan de autónomos  tienen la ‘’libertad’’ de rechazar pedidos por cuestiones de seguridad  una  ‘’libertad a cambio de ser penalizados o «despriorizados,» lo que les resta oportunidades de obtener nuevos trabajos y, en última instancia, de asegurar sus  ingresos.  Demostrando así que no autónomos, son trabajadores por cuenta ajena, precarios y sometidos a un algoritmo que controla cualquier acción en pro de los derechos laborales.

Pero la responsabilidad no recae únicamente en las plataformas; los restaurantes también juegan un papel esencial. Durante situaciones extremas, podrían optar por suspender los servicios de entrega para proteger a los riders. Sin embargo, muchos optan por mantener la actividad, contribuyendo así a la cadena de precariedad que termina por afectar a los trabajadores. Y es que no hay nada más peligroso que el sistema capitalista, ese para el cual somos sólo números, reemplazables que contribuyen a aumentar sus beneficios aunque nuestra vida vaya en ello.

También, es fundamental la responsabilidad de los propios usuarios de las plataformas, que a menudo piden comida o productos sin considerar las consecuencias que estas condiciones suponen para el repartidor. Se refleja aquí una falta de conciencia de clase y de solidaridad que invisibiliza el coste humano detrás de cada pedido que llega a nuestra puerta en medio de una tormenta.

En conclusión, es imperativo que se tomen medidas concretas para proteger a las y los trabajadores de plataformas ante desastres naturales. Reivindicar la necesidad de regulaciones específicas y protección social para los riders no es solo una cuestión de derechos laborales, sino de justicia social. Frente a los estragos del cambio climático y las crisis que seguramente vendrán, debemos defender un modelo laboral que ponga la seguridad y la dignidad humana en el centro, y que se oponga a la explotación a través de plataformas insensibles a la realidad de quienes sostienen su negocio. Urge una respuesta organizada de la clase trabajadora. No podemos seguir permitiendo que las muertes sean siempre del mismo bando.

Mary G.
Author: Mary G.

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