CAL FER

Organización ante la post-dana: La crisis ecológica como otro exponente del capitalismo

Propuesta política ante las evidencias de una crisis sistémica de base ecológica

Tras la DANA acontecida en el País Valencià durante el mes de noviembre de 2024, necesitamos articular una respuesta a la crisis climática. La evidencia nos muestra que estos fenómenos extremos van a ser cada vez más frecuentes, por lo que será necesario dar contestación a los interrogantes que se desprendan de esta nueva coyuntura. 

En primer lugar, debemos identificar las causas que nos han traído a esta situación. La irracionalidad de un sistema que tira más de 1.000 millones de comidas al día mientras que 783 millones de personas pasan hambre. Las hipócritas donaciones de unos empresarios patrios que obtuvieron ese dinero gracias a la apropiación de los frutos de sus trabajadores mientras dejan a casi 3 millones de trabajadores en situación de pobreza. La barbarie de un estado que despliega los antidisturbios para cargar contra la indignación popular del 9 de noviembre mientras que deja recursos ociosos ante el mayor desastre natural de la historia reciente del Estado español. Una forma de producción que la evidencia científica relaciona con el empeoramiento de una naturaleza de la que formamos parte. Las instituciones pueden hacer campañas animando al reciclaje pero mientras que la economía se siga guiando por la rentabilidad, dejando de lado las necesidades humanas, el resultado seguirá siendo el mismo. 

Sin embargo, la historia nos enseña que ninguna forma de producción ha sido para siempre. Nuestro pasado está marcado por la constante evolución e, igual que los otros modos de producción han sucumbido a sus contradicciones, somos conscientes de que este sistema también lo hará. Es momento de desplegar una esperanza consciente frente a quienes desmontan la solidaridad en favor de una respuesta individualista del sálvese quien pueda. Propuestas tras las que se esconde la continuación de la explotación, ya sea con un corte chovinista y puramente liberal. Frente a esto, tenemos un plan, basado en la certeza de que la humanidad, bajo la dirección de la clase trabajadora, es capaz de crear un mundo distinto, donde la vida se sitúe en el centro. La certeza de que la humanidad no está condenada, sino que su destino depende de si misma y de su capacidad de organizarse para salir de la trampa en que el capitalismo nos ha metido. 

Las miles de voluntarias que cruzaron el puente de la solidaridad son nuestra inspiración. El ejemplo más claro del potencial que tiene el pueblo organizado. Son precisamente las personas que levantan la economía las que están capacitadas para organizar ese nuevo sistema que necesitamos. Uniendo fuerzas para realojar a quienes lo han perdido todo, para defender a quienes quieren despedir por querer recuperar su vida en vez de seguir en la rueda de la explotación laboral, para recuperar la conexión con el resto de pueblos y ciudades.

Desde la teoría marxista

El sistema capitalista se alza sobre una contradicción fundamental de la que se derivan otras muchas que amenazan continuamente su estabilidad y que a la vez guardan la semilla de la construcción de un nuevo mundo basado en un cambio de la base económica. Esta contradicción fundamental se debe a que, mientras que la producción se realiza de forma colectiva la apropiación de la misma es individual. De aquí se desprenden otras como la contradicción entre esa clase proletaria que crea valor frente a una clase capitalista que se lo apropia. O la contradicción entre una producción organizada a lo interno de las empresas frente a la anarquía que se vive en la producción social mediada por los mercados. 

Con el avance de los debates se han identificado otras que ya existían. La contradicción capital-vida, evidentemente entroncada de forma directa con el feminismo y con la sumisión del trabajo reproductivo al productivo que forma parte inherente de la base económica del capitalismo. Además, el capitalismo es dinámico por lo que en su evolución hemos podido ver aflorar otras contradicciones que antes solo se percibían superficialmente. La contradicción capital-medio, que consiste en la discordancia inherente entre un crecimiento constante guiado por la rentabilidad privada frente a los equilibrios naturales fundamentales para construir nuestra base material de vida.

Todas estas contradicciones y otras como la problemática de la vivienda nacen del capitalismo por lo que requieren de la superación de este sistema para poder acabar con ellas. ¿Cómo construir ciudades adaptadas a los nuevos fenómenos climáticos extremos cuando la decisión pasa por una empresa que depende de maximizar sus beneficios?¿Cómo disminuir el consumo de recursos naturales garantizando nuestras necesidades si las empresas aumentan su beneficio reduciendo la vida útil de las mercancías para que tengamos que volver a consumir y pagar?¿Cómo evitar que la gente use automóviles cuando el sistema de transporte público vive en una constante decadencia al tiempo que nos vemos obligadas a vivir más lejos de nuestros centros de trabajo ante los precios de la vivienda? Las soluciones parciales, las campañas moralistas, la competencia entre personas o el negacionismo de la realidad no son opción. Para dar una solución que acabe con todos estos problemas necesitamos un cambio profundo, organizado por quienes sufrimos todas estas problemáticas y que sabremos darles solución.

Debemos huir de propuestas que venden un horizonte de continuidad sustentando sobre el incremento de la explotación de otras personas o de otras regiones. Llevamos años con esta receta y aquí nos encontramos. Externalizar la contaminación no tiene sentido en tanto que sus efectos siguen siendo globales. El capitalismo, en esta fase imperialista puede dar respuesta a esas exigencias de continuidad incrementando la explotación sobre algunos colectivos concretos, pero seguirá siendo un parche. De nuevo recordamos que el cambio de sistema se tiene que dar, no valen reformas parciales, no nos conformamos con sobrevivir, queremos una vida digna para todas y sobre ninguna. 

Contradicción capital-medio

La contradicción capital-medio se materializa en que la propia producción capitalista perjudica los equilibrios naturales que establecen la base material sobre la que se sustenta la propia producción. Tiene la peculiaridad que esta contradicción depende únicamente de condiciones objetivas, no tiene un componente subjetivo sobre el que influir para rebajar las tensiones resultantes de esta contradicción. En palabras llanas, si una empresa rebaja los salarios a la plantilla esto puede provocar un aumento de la conflictividad o no en función de cómo perciban las empleadas esta situación y de la respuesta que le den. Sin embargo, cuando un banco de peces se agota por la sobreexplotación pesquera, la contradicción salta por los aires, no se puede corromper a los peces o reprimirlos. El ciclo de acumulación, al menos en lo que tiene que ver con la explotación de ese banco de peces, se bloquea.

No solo la explotación de recursos presenta límites físicos. El vertido de residuos (ya sean sólidos, líquidos o gaseosos) al medio ambiente se encuentra con la capacidad limitada del planeta en su conjunto de poder albergarlos y regenerarlos sin un cambio en las condiciones de equilibrio del mismo. Por ejemplo, la emisión de CO2 a la atmósfera encuentra mecanismos naturales de absorción y reconversión del gas (así, la masa vegetal lo fija y se puede disolver en los océanos, siendo ambos sumideros de CO2), pero estos son limitados y un exceso en emisiones supone un aumento de su concentración atmosférica y el aumento colateral de las temperaturas. Este cambio en las condiciones de equilibrio (temperatura en nuestro ejemplo) supone un cambio en las condiciones materiales en las que se asientan nuestras sociedades (de esta forma, el aumento de las temperaturas se puede traducir en un descenso de la productividad agraria, lo que pondría en jaque a millones de personas).

Al conjunto de estos dos límites (límites de recursos disponibles, límite de asimilación de los sumideros) y las consecuencias sobre el medio ambiente y las sociedades humanas es a lo que se conoce como crisis ecológica.  

El siguiente paso es cuantificar en qué paso estamos en esta crisis ecológica, cuál es su grado de desarrollo. La piedra angular del agotamiento de recursos se encuentra en los recursos energéticos, en concreto, los combustibles fósiles. El petróleo, el recurso más importante, alcanzó su pico de producción en 2005, reconocido por la Agencia Internacional de la Energía. Esta misma agencia, defensora a ultranza de este tipo de combustibles, analiza también la fuerte desinversión que se está produciendo en los pozos petrolíferos, lo que a medio plazo se traducirá en un descenso significativo de la cantidad de petróleo disponible. El problema del agotamiento del petróleo es doble. Primero, es una fuente fundamental de energía por su alto retorno energético, es decir, la cantidad de energía que genera en relación a la empleada para producirla. Segundo, el resto de energías están ligadas a esta ya que su extracción y transporte no puede llevarse a cabo sin petróleo. Además, el grado de dependencia del petróleo en el resto de sectores es muy elevado. La maquinaria industrial y agraria; el sector del transporte con especial atención al marítimo y aéreo; el uso del petróleo como materia prima para la producción de fertilizantes petroquímicos o plásticos, ampliamente utilizados; en todas estas casuísticas el petróleo es vital y no hay actualmente sustitutivos. En definitiva, vivimos en la era del petróleo.

¿Hay alguna alternativa? La respuesta es clara, sí que las hay. Pero la mejor alternativa es compleja, tanto como la realidad que vivimos. Es evidente que una parte de la solución pasa por un mayor peso de las energías renovables. Pero debemos atender dos realidades ineludibles: primero que la producción de los equipos para poder emplear esas energía renovables requieren de materiales que son limitados, algunos de ellos en gran medida, y que para su extracción y uso, como en la minería, se requiere de energías fósiles. La segunda es que actualmente estas energías tienen problemas técnicos que imposibilitan que sean el 100% de nuestro mix eléctrico (las fuentes empleadas para generar electricidad), y mucho menos energético (las fuentes que generan energía, ya sea en forma de electricidad, gasolina, madera, etc). Esto nos lleva a que en la actualidad no hay una fuente de energía claramente superior al resto, cada una tiene ventajas e inconvenientes que se deben tener en cuenta para determinar el mix energético adecuado para alcanzar los objetivos que nos pongamos como sociedad.

Estas limitaciones nos obligan a que la solución tenga que abarcar otros ámbitos. Siendo conscientes de la dificultad que implica la producción de energía debemos preguntarnos los usos actuales que se le da. Hay sectores de la economía que usan recursos naturales, entre otros la energía, que no aportan a las necesidades humanas como puede ser el marketing orientado al consumismo, la actividad especulativa o el gasto en defensa. No se trata de que esas personas se queden desempleadas sino de redirigir todos los recursos, también la fuerza laboral, hacia la satisfacción de nuestras necesidades, no las del capital. Sin quitar el foco a la producción, es necesario que la producción se organice en base a criterios sociales y científicos desterrando la ganancia privada. La localización de una fábrica no puede basarse en el menor costo salarial, sino que debe buscar los equilibrios naturales y sociales que permitan una base material de vida digna para todas.

Vinculado al consumo, es imperativo que el diseño de los productos vaya acorde con estos nuevos criterios. Para minimizar el impacto en la naturaleza de la producción debemos minimizar la propia producción. No sé trata de crear un sistema de escasez sino de producir bienes basados en diseños simples que permitan un mantenimiento barato, reparaciones rápidas y sencillas, y que por lo tanto estén destinados a durar lo máximo posible. Acabar con la obsolescencia programada como herramienta para incrementar las ventas y los ingresos. Plantear las mejoras tecnológicas de esos bienes de tal forma que mediante el cambio o la adición de un componente se pueda aplicar sin tener que fabricar uno nuevo.

Como hemos mencionado uno de los usos claves de la energía es el transporte. El transporte aéreo y marítimo tiene un gran reto para sustituir el petróleo por su dificultad técnica. Frente a esto tenemos el transporte ferroviario ya electrificado, con el ejemplo de China en su desarrollo incluso poniéndolo como base de la Nueva Ruta de la Seda. Ante esta situación entendemos necesaria la organización de las urbes de tal forma que las personas tengan su puesto de trabajo y el acceso a los bienes y servicios necesarios a una distancia tal de su casa que no requiera usar ningún método de transporte. Seguirá siendo necesario usar los diferentes transportes pero podemos reducir su uso y planificar la economía para que se empleen los métodos que menos recursos y contaminación produzcan. 

Obviamente todos estos planteamientos atentan contra los intereses del capital y precisamente esto les invalida para superar la crisis ecológica. 

Respecto a la segunda cara de la crisis ecológica, el efecto de los sobrevertidos en los sumideros. El sistema planeta Tierra es altamente complejo y encierra una gran cantidad de interrelaciones entre sus partes, equilibradas por ciclos de retroalimentación positivos y negativos que derivan en un equilibrio precario. Son múltiples los puntos en los que este precario equilibrio se está rompiendo, pudiendo destacar los siguientes como los más preocupantes y fuera, actualmente, de cualquier situación estable: pérdida de biodiversidad, cambio climático y aumento de las temperaturas, alteración del ciclo del nitrógeno, incremento de la generación de residuos, aumento del estrés hídrico y por último el deterioro generalizado, por contaminación y sobreexplotación, de todos los recursos renovables. 

Es difícil y especulativo saber cómo afectarán estas subcrisis en el medio material en el que se desarrollan nuestras sociedades. Un ejemplo muy relevante es el cambio del uso del suelo (cambio de régimen de precipitaciones, agotamiento y/o salinización de acuíferos y aumento de la temperatura: desertificación). Este impacto tiene como consecuencia directa la reducción de la producción agrícola. Otro ejemplo es el aumento de las temperaturas en verano, que resultaría en una disminución de la actividad en el sector del turismo. Por supuesto, este último ejemplo es ridículo si se consideran los gravísimos efectos del cambio climático, pero la naturaleza negativa de los efectos de estas subcrisis y su impacto crítico no está en duda, solo pequeñas variaciones del cómo, del cuándo y del cuánto. Solo hay que ver qué desastres climáticos como la DANA de Valencia se repiten en otros puntos del globo con diferente forma, pero con similares causas y efectos perniciosos.

Gran exclusión: posibles escenarios

Parece existir cierto consenso en que, en cuanto a reorganización social, con el desarrollo de la crisis ecológica y para una población cada vez mayor se va a producir una exclusión de sectores populares. ¿A qué se refiere este término? Se refiere a una expulsión de niveles materiales elevados a los que estaban acostumbrados y se refiere principalmente a las llamadas “clases medias” de los países desarrollados y en desarrollo. Muchos autores consideran que ya estamos viviendo este proceso de exclusión y que el reajuste de esta crisis ya es parte de este proceso de empobrecimiento global. Evidentemente, esto es compatible con el proceso de apropiación de la burguesía monopolista para asegurar sus beneficios en un momento de grave crisis del capitalismo a costa de la clase trabajadora, aumentando su explotación, disminuyendo sus derechos y aumentando su represión. 

Todo este proceso se interrelaciona con un incremento de los flujos migratorios de las periferias hacia los centros imperialistas motivados por las consecuencias del ataque a los equilibrios naturales por parte del capitalismo.

Propuesta

¿Qué significa construir poder popular? Es lograr que los trabajadores y las comunidades organizadas tengan la capacidad de oponerse al sistema capitalista, no solo desde la resistencia o la autodefensa, sino también creando alternativas reales. Se trata de levantar espacios, donde las personas se autoorganicen, resuelvan sus necesidades y trabajen en proyectos que reflejen un modelo diferente al sistema actual.

Para nosotras, las comunistas, el reto principal es impulsar estos espacios de poder popular. No basta con exigir derechos al sistema, tenemos que ponerlos en práctica directamente. 

La propuesta es la de dotar a la clase obrera de una herramienta que le permita dar una respuesta organizada y sólida, a partir de su autoorganización, a las consecuencias de la DANA y siguientes desastres naturales y sociales provocados por la crisis ecológica anteriormente descrita. Ya no se trata de teorizar más, tras lo ocurrido en l’Horta Sud es imperativo dar una respuesta popular para todas las trabajadoras de la región.

Un factor determinante en el despliegue de estas estructuras es que sean una verdadera expresión de autoorganización de las personas de las que se van a ver interpeladas. No debe ser un desembarco de intelectualidades ajenas a la problemática que viene a ayudar a las obreras incapaces. Estamos con ellas porque también nos ganamos la vida con nuestro sudor, mano a mano, aportando tanto como podamos y recibiendo lo que necesitamos. 

Sin embargo, seguimos teniendo una problemática que abordar, el despliegue de programas ambiciosos, como los que se van a presentar a continuación, requieren de una gran capacidad organizativa que solo se conseguirá coordinando el trabajo. Obviamente deberán tener capacidad para analizar su realidad más concreta y plantear programas concretos que se requieran, véase por ejemplo que en una localidad concreta se ha percibido que hay una cantidad de población de edad avanzada y con movilidad reducida y se plantea hacer brigadas para llevarles la medicación o atenderles de alguna forma. Cuando hablamos de coordinación nos referimos a buscar la gestión logística y sobre todo a no caer en una suerte de chovinismo de zona. Todas tenemos que ayudarnos entre todas, por lo que deberemos trabajar porque los grupos no se encierren únicamente a trabajar en sus zonas ignorando que otras zonas puedan necesitar ayuda en casos concretos.

El primer paso habitual sería analizar el contexto actual y localizar las necesidades prioritarias derivadas de la DANA. Aunque vamos a intentar hacer este ejercicio a continuación, debemos advertir que la información actual es muy limitada, incompleta y seguramente sesgada. Por lo que deberemos estar atentas para recoger información de nuestro contacto en el día a día con la realidad, permitiéndonos adquirir nueva y más actualizada información y siendo flexibles para actualizar los ejes de trabajo si fuera necesario. 

Entendemos que son tres las problemáticas más graves y generalizadas actualmente. 

En primer lugar, la necesidad inmediata de vivienda.

A corto plazo debemos articular una respuesta para las personas que no tienen un techo donde poder quedarse. Debemos localizar aquellas viviendas que sean óptimas para poder ser movilizadas para dar solución a estas personas. Entendemos como óptimas aquellas que, cumpliendo una serie de características mínimas de habitabilidad, sean propiedad de entidades bancarias, financieras o pisos turísticos. No solo se trata de dar respuesta a las problemáticas de las personas afectadas, sino que mediante esa respuesta evidenciamos como el sistema capitalista prefiere tener viviendas vacías para especular con el precio y poder maximizar la renta que obtiene del resto. Frente a esto damos respuesta movilizando esas viviendas. Puede ser positivo que estas viviendas estén cerca entre sí para el proceso de defensa si este fuera necesario. 

También hay que afrontar la necesidad de reparar y reacondicionar las viviendas afectadas. Para ello habrá que constituir grupos de profesionales con conocimientos relacionados a esta reconstrucción (electricidad, fontanería, arquitectura, etc). Para escapar del asistencialismo deberemos incluir activamente a las familias afectadas en este trabajo, el objetivo es la autoorganización de la clase trabajadora. Ver qué cosas pueden aportar cada una, ya sea materialmente, conocimientos, contactos o experiencia. De esta forma se busca generar un sistema en el que todos se ayuden entre todos construyendo algo colectivamente rompiendo con el sistema donación-receptor. Habrá que tener la precaución de conocer de quien es la propiedad de la vivienda antes de iniciar la actividad de reconstrucción y rehabilitación. No solo obtener el consentimiento correspondiente sino para evitar reparar casas que sean de rentistas y especuladores que se aprovechen de ese trabajo para reactivar su ganancia.

A medio plazo se abrirán nuevos desafíos. El primero de ellos será afrontar todas esas familias que siguen viviendo en zonas inundables o con riesgo de afectación por el cambio climático. Será necesario mantener la atención a esto pues, es más que probable que vengan nuevos episodios de gota fría u otros fenómenos meteorológicos extremos. Es necesario adaptar nuestras urbes ante estos fenómenos y habrá que hacerlo vaya o no en contra de la rentabilidad de algunos pues no vamos a volver a poner nuestras vidas en riesgo para que algunos se beneficien. Por otro lado, somos conscientes que en momentos de catástrofe el capitalismo sale de caza para obtener rentabilidad. Tenemos el duro ejemplo de la ciudad norteamericana de Nueva Orleans tras el huracán Katrina. Ante los anuncios de ayudas e inversiones públicas para la reconstrucción, las empresas privadas se frotan las manos siendo conscientes de que serán las grandes beneficiadas de ellas, mucho más que las afectadas. Esto sin tener en cuenta las presiones y triquiñuelas que ya se están iniciando para aprovechar la extrema vulnerabilidad de las afectadas adquiriendo sus propiedades a menor precio. Atendiendo a la experiencia acumulada en este país, el sector de carroña, el de la construcción, probablemente esté diseñando futuros pelotazos urbanísticos de la mano de las instituciones públicas.

El siguiente eje tiene que ver con la forma por excelencia para que podamos ganarnos la vida en el capitalismo, el trabajo asalariado. La situación de las trabajadoras en sus empresas siempre ha estado mediada por la contradicción de clases, para que la propiedad de la empresa gane más debe arrebatarle a la plantilla más fruto de su trabajo. Esta situación se ve agravada por toda la problemática derivada de la DANA. Es por ello por lo que un punto fundamental donde desplegar todo el potencial son los centros de trabajo, buscando la unidad del movimiento obrero sindical. La situación actual requiere fuerza y para ello debemos estar unidas. No se trata de pactos desde los despachos de las ejecutivas sindicales. No se trata de caer en la trampa de la unidad atando nuestra estrategia a los sectores más reaccionarios o aliados con el capital por mantener la “unidad”. Pretendemos dar un giro a esa unidad, poniendo en el centro aunar a todas las trabajadoras de cada departamento, centro de trabajo y empresa. Todas las obreras, sindicalizadas o no, para la tarea común de luchar por sus intereses. En este caso empleamos luchar en vez de la típica expresión de “defender” porque está llegando el momento de dejar de pensar en cómo disminuir el empeoramiento de nuestras condiciones de vida. Hay que ser conscientes de que la situación del movimiento obrero en la actualidad es de extremada debilidad, desorientación y desorganización. Y precisamente por ello nuestra misión es empezar a trabajar desde ya en revertir esta situación organizando a los trabajadores entorno a la lucha por sus intereses, de subir los salarios tras las pérdidas por la inflación, de acabar con las muertes laborales, de desterrar la discriminación a nuestras compañeras. Medidas concretas, mejoras concretas, sobre las que organizar la lucha.

El despliegue de estas estructuras de empresa/centro de trabajo se hace evidente en todas aquellas empresas o centros de trabajo afectadas por la DANA. Donde se están activando ERTEs, donde hay empresas que fueron sepultadas por el lodo, donde hay empresas en las que gran parte de la plantilla vive en zonas afectadas. Las reclamaciones serán tantas y tan variadas como empresas haya pues cada realidad laboral es un mundo y será cada espacio el que sepa analizar su realidad concreta. Prevenir el uso fraudulento de ERTEs, reactivar el trabajo en la empresa sin cumplir las medidas de seguridad o incluso obligar a que las empresas pongan autobuses a la plantilla ante una red de transporte desecha y la gran destrucción de vehículo privado que hemos vivido. Incluso podemos extender esta lucha más allá de las zonas más dañadas por la riada señalando las empresas que obligaron a sus trabajadores a permanecer en sus puestos de trabajo cuando estaba activada la alerta roja de la AEMET, luchando por medidas de prevención ante estos acontecimientos. Buscar que se hagan cambios estructurales en las empresas para afrontar las futuras problemáticas derivadas de la crisis climática. Esto son simplemente ejemplos para activar la rueda de la creatividad con la que desplegar estas estructuras de autoorganización obrera que tendrán un papel fundamental. 

El último eje tiene que ver con una necesidad imperiosa en la organización económica y urbanística actual, el transporte. Aún seguimos viviendo como, la ya de por sí maltrecha y mal organizada red de transporte, se ha visto claramente superada por la situación actual. A esto le debemos unir que más de 100.000 automóviles se han visto arrastrados por la riada agravando aún más la situación y dejando en una precariedad absoluta la red de transporte.

Para abordar esta problemática habrá que desplegar dos estrategias:

La primera se basa en la detección y ordenación de necesidades del transporte. Debemos hacer un trabajo de recolección sobre todas las necesidades habituales de transporte, con horarios y lugares, distinguiendo el tipo de movilidad (ir al trabajo, realizar la compra, acudir a citas médicas, etc). A partir de aquí se podrá analizar los vehículos que se necesitan para desplegar esta nueva red al mismo tiempo que se busca ser lo más eficiente en términos de tiempo (no tener que estar 1 hora de transporte público cuando en coche son 20 minutos), uso de esos vehículos (que no haya coches sin casi uso de su capacidad), etc.

La segunda basada en la recuperación y obtención de vehículos para la reactivación de la conexión. En primera instancia debemos localizar todos los vehículos que hay sobre el terreno, los que están en funcionamiento, pero también aquellos que se han visto arrastrados por la riada. Hay que tratar de incluirlos a nuestra red de transporte en el primero de los casos no sólo apelando a la solidaridad sino también al acceso del resto de servicios que dispondrán estos comités. No queremos expropiarle nada a un o una trabajadora que ha tenido la suerte de mantener su coche intacto, sino que queremos construir una red de transporte más eficiente y que incluya a todo el mundo, también a la persona propietaria del vehículo. La segunda instancia busca localizar los vehículos dañados o arrastrados por la riada y acondicionarlos para que vuelvan a su actividad. La propuesta es clara, el coche se localiza, se limpia y repara y a cambio se pone a disposición de la red. Obviamente el propietario del vehículo también se ve cubierto por esta red para satisfacer sus necesidades.

Esto nos abre un debate relevante que abordar, necesidad vs capricho. El desarrollo del capitalismo en su búsqueda de la rentabilidad ha mercantilizado muchas esferas de nuestra vida, pero también ha creado otras en las que nos ha obligado a entrar. Una de ellas es la del capricho, generando la idea de que, en tanto que tenemos dinero para pagarlo es un derecho nuestro y que por lo tanto se nos tiene que garantizar el acceso. Un ejemplo de ello es la idea de que, tengo derecho a ir en un coche solo por las mañanas a mi puesto de trabajo. La necesidad de transporte es objetiva, de esa necesidad entendemos que debemos garantizar una red de transporte amplia y bien interconectada para poder llegar a todos los lugares que se necesiten (o a una cercanía razonable ya que no podemos poner una parada de autobús o una estación de metro en cada empresa o casa) y al mismo tiempo que el transporte sea cómodo, sin aglomeraciones, fluido, sin un gasto de tiempo elevado con relación al vehículo rodado, con una buena frecuencia. Por lo que nuestros esfuerzos irán dirigidos a cumplir con estos estándares y nunca para los caprichos individuales que solo sirven para amenizar la agonía de vivir en el sistema capitalista pero no constituyen una necesidad real. 

Finalmente tenemos a disposición la opción de la adquisición colectiva, es decir, mediante la operación concreta que se decida (compra, alquiler, leasing) que se adquieran vehículos de forma colectiva. Hay muchas fórmulas, puede ser poner un fondo común alimentado también por donaciones para adquirir desde ese fondo vehículos. Pero también puede ser crear grupos de 4, 5 o los que sean que compartan itinerario que tengan rutas y horarios de movilidad compatibles para que adquieran vehículos de forma conjunta entre las personas que lo vayan a emplear, incluso se puede llegar a aportar desde el fondo de las propias brigadas para la adquisición. Estos vehículos también deberán responder a la estrategia colectiva de la red de transporte.

Tras haber planteado esta táctica más “micro” debemos poner nuestra atención en objetivos mayores ligándolo con el trabajo en las empresas y centros de trabajo. Una reivindicación sobre la que luchar será la implantación de métodos de transporte de la empresa para sus plantillas. Debemos localizar aquellas grandes empresas o zonas de concentración de empresas para presionarlas y que establezcan autobuses que transporten a sus plantillas hasta el lugar de trabajo y las dejen de nuevo en casa. Esta reivindicación no debe quedarse únicamente en las trabajadoras de zonas afectadas pues esto dividiría la lucha y la debilitaría. El discurso político en torno al que aunar esta lucha de las obreras no es solo la mera reivindicación de una mejora de sus condiciones de vida sino también la lucha contra la crisis climática. Como hemos analizado durante el documento, uno de los sectores que más energía de origen fósil emplea es el transporte. Por ello queremos redes de transporte colectivo y eficiente que reduzcan las emisiones por persona, el tiempo de transporte y que lo haga de una forma digna. Esta propuesta aúna todos esos puntos y permite dar respuesta para minimizar un cambio climático que está ligado a la gran lluvia producida el 29 de octubre de 2024.

Otro planteamiento táctico puede ser tomar como nuestro el ejemplo de las camaradas catalanas en 1978 mediante acciones coordinadas en las que tomaron los autobuses públicos de Barna para ponerlos al servicio de la clase trabajadora. Son una luz en la que guiarse, un ejemplo a seguir para la situación actual. Tomando los autobuses para la organización popular. Somos nosotras las que construimos esos autobuses (o nuestras homólogas en el país del que vengan), somos nosotras las que los pagamos con nuestro sudor, y somos nosotras las que los conducimos, por lo que seremos nosotras las que decidamos hasta donde llegan y hasta donde no. Esto no deja de ser un ejemplo para extender la línea política planteada respecto a los autobuses de empresa, pero en el campo de batalla de toda la región. Poniendo en común a las trabajadoras del sistema público de transporte y a todas las trabajadoras de la región, que requiere de métodos de transporte asequibles. A través de esa unión se pueden aunar los intereses a través de un programa que abarque tanto las condiciones laborales de las trabajadoras de ese sector como las condiciones concretas del servicio (rutas, frecuencias, estado de las infraestructuras, horarios, precios del billete, tamaño de la plantilla, etc). 

Queremos un transporte que nos lleve a donde necesitamos, sin dejarnos horas de nuestra vida en él, sin ir como sardinas en lata, pagando cantidades abusivas y que excluyen del servicio a muchas trabajadoras. Queremos un transporte en el que podamos ir en vez de tener que usar el coche individual. Queremos un modelo de transporte que cumpla con todo esto.

Es una tarea inmensa que requería de esfuerzo pero sobre todo de unidad de las trabajadoras. Para ello será necesario desarrollar el debate sobre la realización de huelgas en servicios públicos. El derecho a huelga es incontestable, pero su utilidad política es debatible en función de su aplicación concreta. Al final cuando se realiza una huelga de un servicio público, especialmente el transporte, se afecta a la producción lo que presiona al capital para que ceda, pero también afecta a las trabajadoras y si no se hace bien esa enfado puede redirigirse negativamente hacia las trabajadoras del sector huelguista. Por ello es tan necesario ser conscientes de esta contradicción para poder debatirla y conseguir superar esta problemática. 

Para terminar, recordar que queremos que todo este tipo de estructuras se aúnen en torno a un proyecto político común, con unas metas concretas, con un discurso ideologizante concreto y superador del capitalismo, y también importante, con una marca identificativa común que permitiera ver que hay algo real y alternativo detrás de todo ello y que estuviera ligada a un proyecto político concreto.

Probablemente el lector de este documento se encuentre ya sobrepasado por la cantidad y dificultad de las tareas. Negarlo sería de ilusos. Pero es que precisamente si estas leyendo este documento sea porque eres una obrera concienciada y ya estas acostumbrada a realizar tareas que para otros serían simplemente inimaginables. Organizamos a cientos de voluntarios, decenas de toneladas de donaciones, os enfrentáis a los obstáculos y las adversidades todos los días y seguís adelante. Es cierto que llevamos un tiempo imbuidos en la costumbre, la inercia nos mantiene en pie mientras cada día vemos más complicado sacar adelante las tareas del día a día. Pero la DANA nos ha demostrado que tenemos un potencial enorme que nosotras mismas hemos dejado atrofiarse por no usarlo. Y somos nosotras las que lo hemos despertado para armar la solidaridad popular frente a la barbarie capitalista y sus múltiples consecuencias. Recobrar la fuerza colectiva para afrontar los retos actuales pero también los futuros. Sembrar la semilla de una nueva forma de organizarlo todo para que podamos vivir todas con lo que necesitamos. No es momento de volver a la normalidad sino de hacer posible lo que creíamos impensable. 

¡Es hora de Tomar Partido!